Prometo que el domingo me voy a enroscar en mi manta, en el sofá, bajo la luz de la lámpara, con un té (tengo que comprar por cierto, cachís) y un libro. Y el silencio que no falte.
La gota de agua del mar, desprendida y solitaria, en playa inhospitalaria, triste se puso a llorar. El Océano al sentir tan tierna lamentación de aquella separación, la piedad le hizo sonreír.-«Hija mía, entre los dos hay una sola unidad, y sobre esta inmensidad no hay más grandeza que Dios. «Entre tu cuerpo y el mío nunca la extensión verás: nadie medirá jamás la inmensidad del vacío».(Omar Khayyam)
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