14/5/11

Notas en el aire

Acordes al piano. La melodía se evapora habitación tras habitación y se esparce más allá de la ventana. Suenan lamentos en la quinta planta. Vecinos sensibles que su historia cuentan y hacen partícipes. Dime lo que tocas y te diré cómo te sientes. Nos lo pone muy fácil. Si me lo encuentro saludaré a una cabeza gacha y una mirada perdida. No confundir con mala educación. Entro en el portal y es caldo de notas húmedas. Ah la melancolía. Una mala noche. Tal vez una mala cita. Iré a verle. Nada de vino, no habrá nada por lo qué brindar. Nada de mis famosos mojitos, no habrá nada de lo que alegrarse. Cerveza y punto y uno que habla y otro que escucha. El reloj irá despacio y la noche se irá en un santiamén. Pero le escucharé. Yo también he necesitado mis dosis de necesito que me escuchen. Pero yo no tocaba el piano. Mis lamentos quedaban acallados entre cuatro paredes. No había voz que se esparciera más allá de mi ventana. En tiempos (ya no, gracias a Dios) mi apartamento se achataba, mi mundo se empequeñecía. No había motivo para mirar en derredor. Alrededor sólo silencio. Yo sentado, recuerdo. Me deshice de esa silla. Demasiado peso sobre su respaldo. No estaba ya la silla para muchos trotes. Mis respaldos ahora son cómodos. El vecino en su butaca del piano no tiene respaldo. Demasiado sobre sus hombros pues. Le ayudaré.
!Ring!
-Soy yo y cuatro cervezas. ¿Me haces un hueco?

13/5/11

De malas rachas y debes

En lo que llevo de año no he agarrado un libro que me haya atrapado. Tengo una bala en la recámara, aunque está por adquirir. Será que no quiero irme de vacío de la Feria del Libro. Por si las moscas. Estoy con El Cementerio de Praga de Umberto Eco. Me atrae el viejo estilo. La narrativa de hoy es cine en palabras. El cine de hoy. Secuencias cortas, ritmo álgido, sin descanso. Novelas históricas por doquier. Ya no se cuentan historias. Deseo leer novelas de personas que les suceden cosas. Nada más. La bala en la recámara por cierto es John Boyne. Su penúltima novela, La Casa del Propósito Especial, es un monumento a la melancolía que no te deja melancólico. Bajo un manto de amor y tragedia el poso no es amargo. Será porque lo primero vale la pena. Así que lees, lo terminas y sonríes. No se puede aspirar a nada mejor. No se puede desear nada más. Quiero historias. Dadle al coco leches! (también va por mi, pero lo mío no tiene nombre).

Me obliga

El romanticismo de los viejos versos. Nuevos sonetos. Version 2.0 (No, no es el disco de Garbage de finales de los 90). No los llevas contigo pero están cerca de ti, dentro de ti. Hay notas. Inicios. Te evocan. Te inspiran. La cabeza en otra parte. No hay ruidos en casa. Por un momento me he sentido fuera de mí, pero era yo. No son sueños nuevos, pero los recupero. No quedan igual porque el momento no es el mismo, pero como si tal cosa. En tiempos, era cosa de la cama y la almohada, la noche y su silencio. Ahora la noche es para dormir, que el mundo y sus vicisitudes se afrontan mejor estando mejor descansado. Cosas de la experiencia, lecciones de la vida. Ah la vida. Lo que me queda. Todo muy atractivo. Y las dosis de estrés. Se apodera de mí por momentos. Hacen que vuelva a faltar a mi palabra. Casi un mes sin escribir por estos lares. A estas horas aborrezco teclear. Tecleo lo que siento porque me ha obligado la música. Como en los viejos versos (saben aquello de Sitting here wasted & wounded?). Pero obligado. Cuándo escribiré porque me apetece?