23/2/10

Trabajar toda la vida

Hoy, manifestación por el tema de las pensiones. Qué rapidez la de los sindicatos por un tema que:
1- Es un globo sonda total del gobierno.
2- La reforma sería a partir de 2013, es decir, post elecciones generales (le tocaría a otro gobierno)
3- El intento de reforma ha pasado a ser intento de diálogo.

Pero los sindicatos salen...¿?

Pues mi postura es más radical todavía. A mí no me importaría trabajar hasta los 70 años, de hecho ser periodista es para toda la vida, nunca te jubilas del todo. Mira a Ansón por ejemplo (o Ánson, nunca me he aclarado). El caso es que a mi no me importaría trabajar más años y si encima me incentivan mejor todavía. Pero bueno, aún me queda. Tengo 28 años (casi 29 años, en apenas 10 días).

En definitiva, creo que hay que ser flexibles. Y de prejubilar nada de nada, vaya jeta sostener a tíos de 52 años en perfectas condiciones con mi trabajo...

12/2/10

Historias de redención

Anoche estuve viendo en la televisión la película Noche de Tormentas, un melodrama de Richard Gere y Diane Lane. La peli no es gran cosa, pero habla en parte sobre la redención y esto me motiva para escribir un post.

Me gustan las historias de redención personal. Equivocarnos, perdernos, encontrarnos a nosotros mismos y volver a vivir, pero a vivir mejor. No obstante, me confunde la condescendencia de estas historias. Como si después de errar, no volvieras a tropezar, ya que no hay nada más fácil para el ser humano que tropezar en la misma piedra dos veces (y tres, y cuatro, y cinco, y seis...). Digamos que es algo innato. Y lo más paradójico es que estas cosas nos sorprenden. No debería sorprender caer en un mismo error, son cosas que pasan y somos humanos, imperfectos y llenos de defectos. Por eso, cuando las historias de redención acaban bien me cuesta creérmelas. Y, sin embargo, cuando acaban como empezaron me lo creo mucho más.

Un ejemplo, literario en esta ocasión. Shantaram de Gregory David Roberts, un convicto huido de la justicia australiana que se refugió en Mumbai. Allí se encontró consigo mismo, hizo el bien a los demás, pero siguió siendo él y volvió a encaramarse al precipicio. Si bien es cierto que en este personaje (la obra es autobiográfica) hay un poso enorme de determinismo, su propia naturaleza le impide cambiar. Hace cosas nuevas, ayuda a gente necesitada, pero sigue siendo él.

Esto es como el borracho que deja la bebida. No es una persona nueva, es una persona cohibida y coaccionada (para bien eso sí) que deja de hacer ciertas cosas, o sea beber, pero no cambia, puesto que el hecho no es que beba, sino el porqué bebe. Emborracharse es circunstancial.

Yo me sé un ejemplo y detrás de la bebida había una incapacidad tejida por el tiempo, los años y la educación que le impedían asumir cualquier responsabilidad, por lo que esa persona era una negada para afrontar los problemas, luego se ponía a beber.

10/2/10

Pon un pino en tu vida

Pues sí, me han regalado un pino. Bueno, no es exactamente un pino, pero es de la familia. El nombre ni idea. En fin, no importa. Lo que importa es el valor del regalo. Creo que es una genial idea regalar plantas, me parece un obsequio precioso.

Si tuviera jardín en mi casa o en mi futura casa, tendría mogollón de plantas y un pequeño huerto ecológico. Ya sé que puede resultar snob, pero me encanta. Comer de lo que produces. Nada es más sano ni más natural ni más sostenible. Deberían dar clases de jardinería en el colegio, llevar a los alumnos a plantar árboles, nada de parques de bomberos y la redacción de ABC. Al campo.

Al fin y al cabo, no dicen que en esta vida hay que escribir un libro, tener un hijo y plantar un árbol?? Pues alá, por algo hay que empezar...aunque hoy en día la mayoría empezaría por lo segundo (de penalty eso sí, pero cuenta) y luego vendría lo del árbol, porque lo del libro...en fin...ejem...ya se sabe.....antes de escribir hay que leer.......vamos digo yo....