7/1/22

Una Navidad sin…

Renuncia

“Un trineo y nueve renos. Precio a negociar. En buen estado. Urge.”. Y pulsó enter. Y, con un anuncio en Internet, supo que estaba cambiando por completo la Navidad. Ahora ese trineo acabaría en manos de un repartidor de comida a domicilio, se lamentaba Nicolás.

Papá Noel renunciaba. Era el momento de anunciarlo a sus colegas del WHO, el World Happy Organisation, el organismo que aglutinaba a los personajes que reparten regalos por el mundo y que este año presidía Befana, la bruja que llevaba regalos a los niños italianos cada 5 de enero.

         Querida Befana

El mundo cambia y cada vez hay menos sitio para nosotros. Perdona que sea tan tajante. Llevo tiempo pensando en nuestro lugar en el mundo. Nos idolatran sí, pero hemos mirado para otra parte.

Ahora los niños son menos niños, la inocencia dura un abrir y cerrar de ojos y la ingenuidad se evapora como agua entre las manos. Y qué decir de los mayores.

He perdido a mis elfos y malvendido mis renos. Todos llegaron a un límite, pero no les culpó. ¿Ves Befana? Ellos sienten que hemos traspasado una línea roja.

Así que renuncio. La próxima Navidad millones de cartas quedarán sin contestar. Quizás es lo que necesita el mundo, que algo pase para que algo cambie.

Befana, sé que esta vez ayudarás a encontrar el camino correcto.

Con afecto.

Nicolás.

      La crisis

Gritos y alborotos. Befana trataba de empezar la reunión de urgencia.

“Único punto del día: Papá Noel lo deja. El 24 de diciembre los niños escribirán su carta y no tendrán respuesta. Quiero ideas, soluciones. Y las quiero ya”.

Todos cuchicheaban en armoniosa anarquía, pero Befana no estaba para perder el tiempo. “Melchor, ¿qué hacemos?”.

Melchor se tomó unos segundos antes de responder. Era consciente de lo delicado del momento, pues muchas personas pensaban que vivían un bucle de desdichas y esta crisis no haría otra cosa que alimentarlo.

“En las próximas celebraciones, dejaremos un solo regalo a cada niño. Tenemos que mandar un mensaje para acabar con estos excesos y ayudar a mover el mundo hacia otra dirección. Nicolás tiene razón”.

      25 de diciembre (1)

Las luces del árbol de Navidad de los González no habían dejado de brillar en toda la noche. Mayores y pequeños, ya en el amanecer, avanzaban por el pasillo con la seguridad de que, un año más, el salón estaría repleto de regalos.

A continuación, un grito agudo y desgarrador y dos manos en la cabeza. Las del padre.

Sus hijos dirigían sus miradas de asombro y enfado hacia sus padres al ver que cada calcetín contenía un único y pequeño regalo. “Pero, ¿qué habéis hecho? ¿cómo se os ha olvidado echar la carta? ¿cómo nos podéis hacer esto?”, preguntaba Julián, el mayor.

Consideraba sus regalos como un derecho por ser niño, por tener padres, por existir celebraciones como la Navidad. Y ese derecho se quebrantaba sin explicación aparente.

“Hijo mío, seguro que, que…Papá Noel se ha equivocado, está muy mayor.  Ahora le escribimos, que nos traiga el doble de regalos la próxima Navidad. Nos compensará. Es Papá Noel. ¿Cómo os va a dejar así?

“No voy a esperar un año a que me traigan la Play Nation 5, quiero la consola ahora, ¡todos mis amigos la tienen!”.

El padre entró raudo en Internet y “compensó” el mal que Papá Noel había causado. Todo se solucionaría en 24 horas, las que tardaría el repartidor en venir.

      25 de diciembre (2)

Una vibración hizo volverse a Felipe. Ya tenía móvil. Con 12 años, sus padres pensaron que así lo tendrían localizado.  Los mensajes de sus amigos repetían lo mismo: Papá Noel solo había dejado un regalo.

“Papá, mamá, ¡Despertad! Mis amigos dicen que Papá Noel no ha dejado nada, bueno sí, una birria en cada calcetín”. Sus padres se miraron desconcertados.

En efecto, un solo paquete asomaba por el calcetín. Felipe avanzó y disparó una foto para compartirla con sus amigos.

Sus padres no sabían qué hacer. Aguardaban la reacción de su hijo. ¿Enfado? ¿tristeza? Pero todo estaba tranquilo. Su hijo solo escribía en el móvil y pulsaba “likes”.

“¿Desayunamos?”, preguntó Felipe. “Hoy quiero cereales de chocolate ¿puedo?”. Su padre se giró hacia la cocina. Su madre, mientras, puso el televisor.

Eran la viva imagen de la indiferencia.

      25 de diciembre (parte 3)

Manuela y Adriana eran lo más parecido a ser mellizas sin serlo. Entre risas nerviosas, entraron en el dormitorio de sus padres y gritaron al unísono. “¡Es Navidad!”.

Ya en el salón, miraron con sorpresa, luego con extrañeza. Sus calcetines dejaban entrever un pequeño obsequio.

“¿Qué habrá en los paquetitos?”, preguntó Manuela.  Y cada uno cogió su paquete. Lo miraron por arriba, por abajo y por cada lado. Comprobaron su peso y lo pusieron a la luz por si algo traslucía. Era cuestión de tirar del lazo.

El lazo se deshizo y….

      Esperanza…

Papá Noel en su retiro sonreía esperanzado. Mira que suplantarle Befana. Algunas familias reaccionaban con miedo, otras con indiferencia, pero alguien trajo el optimismo. Alguien que se dignó a abrir el pequeño regalo y leyó una carta.

“Querida Manuela.

Si lees esta carta, sabré que no te habrás enfadado y que estarás prestando atención a lo que ha pasado hoy. Sí, soy Papá Noel. No te extrañe que sea yo el que te escriba esta vez.

¿Alguna vez te has preguntado qué puedes hacer tú por el mundo? Respóndeme en la dirección de abajo y dime qué has hecho para hacerlo realidad”.

      Querido Papá Noel

He vuelto a cenar con mis papis y mi hermana, juntos. Mi hermana y yo dejamos el árbol de Navidad puesto. Espero que no te moleste, ya no es Navidad. Pero así metemos los teléfonos de mi padre y de mi madre en los calcetines. Ahora dejamos ahí lo que no nos gusta. Si el año que viene vuelves, déjanos las cosas en el suelo.

Te queremos, Manuela y Adriana

14/5/11

Notas en el aire

Acordes al piano. La melodía se evapora habitación tras habitación y se esparce más allá de la ventana. Suenan lamentos en la quinta planta. Vecinos sensibles que su historia cuentan y hacen partícipes. Dime lo que tocas y te diré cómo te sientes. Nos lo pone muy fácil. Si me lo encuentro saludaré a una cabeza gacha y una mirada perdida. No confundir con mala educación. Entro en el portal y es caldo de notas húmedas. Ah la melancolía. Una mala noche. Tal vez una mala cita. Iré a verle. Nada de vino, no habrá nada por lo qué brindar. Nada de mis famosos mojitos, no habrá nada de lo que alegrarse. Cerveza y punto y uno que habla y otro que escucha. El reloj irá despacio y la noche se irá en un santiamén. Pero le escucharé. Yo también he necesitado mis dosis de necesito que me escuchen. Pero yo no tocaba el piano. Mis lamentos quedaban acallados entre cuatro paredes. No había voz que se esparciera más allá de mi ventana. En tiempos (ya no, gracias a Dios) mi apartamento se achataba, mi mundo se empequeñecía. No había motivo para mirar en derredor. Alrededor sólo silencio. Yo sentado, recuerdo. Me deshice de esa silla. Demasiado peso sobre su respaldo. No estaba ya la silla para muchos trotes. Mis respaldos ahora son cómodos. El vecino en su butaca del piano no tiene respaldo. Demasiado sobre sus hombros pues. Le ayudaré.
!Ring!
-Soy yo y cuatro cervezas. ¿Me haces un hueco?

13/5/11

De malas rachas y debes

En lo que llevo de año no he agarrado un libro que me haya atrapado. Tengo una bala en la recámara, aunque está por adquirir. Será que no quiero irme de vacío de la Feria del Libro. Por si las moscas. Estoy con El Cementerio de Praga de Umberto Eco. Me atrae el viejo estilo. La narrativa de hoy es cine en palabras. El cine de hoy. Secuencias cortas, ritmo álgido, sin descanso. Novelas históricas por doquier. Ya no se cuentan historias. Deseo leer novelas de personas que les suceden cosas. Nada más. La bala en la recámara por cierto es John Boyne. Su penúltima novela, La Casa del Propósito Especial, es un monumento a la melancolía que no te deja melancólico. Bajo un manto de amor y tragedia el poso no es amargo. Será porque lo primero vale la pena. Así que lees, lo terminas y sonríes. No se puede aspirar a nada mejor. No se puede desear nada más. Quiero historias. Dadle al coco leches! (también va por mi, pero lo mío no tiene nombre).

Me obliga

El romanticismo de los viejos versos. Nuevos sonetos. Version 2.0 (No, no es el disco de Garbage de finales de los 90). No los llevas contigo pero están cerca de ti, dentro de ti. Hay notas. Inicios. Te evocan. Te inspiran. La cabeza en otra parte. No hay ruidos en casa. Por un momento me he sentido fuera de mí, pero era yo. No son sueños nuevos, pero los recupero. No quedan igual porque el momento no es el mismo, pero como si tal cosa. En tiempos, era cosa de la cama y la almohada, la noche y su silencio. Ahora la noche es para dormir, que el mundo y sus vicisitudes se afrontan mejor estando mejor descansado. Cosas de la experiencia, lecciones de la vida. Ah la vida. Lo que me queda. Todo muy atractivo. Y las dosis de estrés. Se apodera de mí por momentos. Hacen que vuelva a faltar a mi palabra. Casi un mes sin escribir por estos lares. A estas horas aborrezco teclear. Tecleo lo que siento porque me ha obligado la música. Como en los viejos versos (saben aquello de Sitting here wasted & wounded?). Pero obligado. Cuándo escribiré porque me apetece?

18/4/11

El boss en clase de dibujo

De niño en el colegio, en la asignatura de dibujo, el profesor (Don Eloy se llamaba) nos dejaba poner música en clase. Cada clase un compañero traía la música que quería. Claro, música ratonil. Y a esto que me toca a mí el turno. Llega mi día. Y voy yo y a chavales de once años les meto el Tunnel of Love de Bruce Springsteen, el primer casette que me compré con mis ahorros. Pues me las llevé todas. Claro era la época del chumba chumba, maquina total diez, dance trance y la madre que los trajo. El boss ¿quién es ese? Esto ha sido un recuerdo de última hora. Iba a cerrar el blog cuando me ha venido a la mente. Yo en el colegio, en mi colegio, no pegaba. No..., nada de nada tú. No me encontré hasta que empezó la Universidad y desde entonces. Y no es sólo musicalmente, es emocional y transcendentalmente. No casaba con mi filosofía, mi way of life. Ahora sí cierro el chiringuito. Buenas noches tutti.

De inicios

Gun's n' Roses es un grupo de inicios. Sweet child o'mine y November rain son claros ejemplos de cómo enganchar desde las primeras notas. En Sweet te dan ganas de contornearte como Axl mientras que en November rain esas notas al piano te ponen la carne de gallina. Otros inicios 10 son María de Blondie y Simple Man de Lynird Skynird. También Dreams de The Cranberries. Y muchos más... Hay una lista enorme de canciones que me encantan y para mí los primeros compases son importantísimos. A un lado de este blog aparece una pequeña lista de canciones favoritas, pero es eso, pequeña. No hay ni la décima parte. Eso sí, yo no soy de grupos, soy de temas. Cuando me preguntan por mis grupos favoritos no sé que decir, me quedo en blanco. Pero canciones...eso es otra cosa. Por cierto ahora suena don't leave de Faithless. Y mira que el tío negro del grupo siempre me ha dado un poco de repelús. Como el de Boney M. El negro más listo es Seal. ¿Por qué se reirá siempre Heidi Klum?... Música, lectura, cine, arte,...Necesito más vidas. Y una entera sólo para escribir.

En pocas palabras

Plauto dijo "soy rico porque no pago mis deudas". Gran frase que ejemplifica lo que pasa en España. A veces con tan poco se puede decir tanto.

8/4/11

En cadena

Abres los ojos y sientes el Sol. Hace unos años traté de poner remedio a su ausencia. Lo tatué. Inspirado en la obra del artista Rob Havassy, me acompaña desde hace seis años. Pero nada como sentirlo en la cara. Se nota que llega la primavera. Suena The Script en Spotify. La música en mi vida cada vez encuentra menos momentos. El Ipod para un trayecto de quince minutos de casa a la ofi sólo da para un par de canciones. Así que lo dejo en casa. Me acompaña otra música en mis pensamientos. Me acompaña pleno de ilusión. Es el efecto de la primavera. Son sonrisas porque es la época que precede al verano. Mi estación. Lástima de estación que mis chanclas y bañador no disfrutan en plenitud. Soy piscis. Lo mío es el agua. El agua bajo un sol resplandeciente. Bajo un sol achicharrante. Simple excusa para meterme en el agua. Sólo nado o buceo. El surf queda para frases del tipo de que hubiera pasado si...Pasó y no surfeo. Mi espalda tampoco lo permite. Ah! queda el submarinismo. Tengo pendiente (lo sé, lo sé) mi bautizo desde hace dos años. Le dedico poco tiempo a Asturias. Vaya excusa más mala, pero es lo que hay. El caso es que tengo ganas de ir. Ganas de llevarte. Cerveza por favor. Y un mojito. Las noches de Salinas son de sudadera y pantalón corto. Look inédito. Madrid lo impide. En Salinas, sí. Allí las noches son estrelladas. Sientes la luna. La Luna la han cerrado. Cierre administrativo. Las noches ya no son con Red Hot Chili Peppers. Se cambia por el chill out o el chumba chumba. Pero estoy ahí por ti, por las noches de verano. Estoy por oir el mar de noche. No lo ves pero lo escuchas. El mar se disfruta de muchas maneras. También la arena. Fría de noche, refugio de mis pies, que les gusta su candidez. El paseo de vuelta a casa es corto pero intenso. Lamentas el final de la noche. Te acuestas pensando en que mañana haga sol. Mi bañador no permitiría lo contrario. Mi calendario tampoco. El tiempo pasa, las vacaciones pasan. Hay que aprovechar que hasta el año que viene no vuelven las mismas sensaciones. Pero el Sol siempre está ahí. Verano, primavera, otoño e invierno. Por eso te quiero, para que me ilumines. Por eso te tatué. No me faltes. P.D. Ahora suena The Smiths y su There is a light that never goes out. No ha sido casualidad lector, lo aseguro.

2/4/11

Devaneo de sesos matinal de sábado

Es un problema. Sí, el trabajo, mi trabajo, empieza a ser rutinario. Y esa idea no me gusta. Necesito nuevos retos y los necesito cuanto antes. Pero con la crisis dónde voy?. Uno de cada cuatro periodistas se fue a la calle el año pasado. Con ese panorama hay que aguantar y hoy más que nunca aplicar mi filosofía de vida resumida en cuatro palabras "dejar que todo fluya". Soy periodista por vocación. Por dos razones, me encanta escribir y tengo mucha curiosidad. Pero a esta profesión le falta estabilidad. A veces me cuestiono haber elegido bien y sé que he elegido bien, pero el puntito romántico de la profesión se lo ha llevado el viento. Demasiadas Todos los Hombres del Presidente. Si yo me conformo con escribir en una revista de viajes y hacer la ruta de los Paradores Nacionales, de las Playas Californianas o de los Castillos del Loira. No pido mucho y eso me motiva. En mis inicios tenía cierta predisposición a las relaciones internacionales, pero es poca chicha para el sentido del gusto. Acuso cierta actitud hedonista. Y sí, demasiado presente un tal Dorian Gray. Os recomiendo que leais a Dorian Gray, ahí está la clave de la actitud ante la vida y del débil equilibrio entre el placer y la responsabilidad. Encontrar ese fifty fifty es clave, sino algo pierdes siempre.

Pedir poco

Con tres prendas soy feliz. Camiseta, pantalones cortos y alpargatas o chanclas. A ver cuándo?????