11/10/10

Sounds of ¿silence?

La vieja chillaba. Retorcía los oídos. Pedía una limosna y las paredes del vagón del metro retumbaban.
La voz retorcida. La cara retorcida. Malditas drogas retorcidas que la vida llevan. Y la llevan a una tarde de domingo en el metro para unas monedas para vaya usted a saber qué.
La primera palabra ya hizo añicos mis oídos. El discurso consiguiente fue una tortura auditiva. Discurso gritado mientras su andar va un paso por delante, dos por detrás. Será el vaivén del metro o cierto deje a lo Chiquito.
Me digo a mí mismo que no la voy a dar limosna. Pero reconozco que me asalta una duda. Al poco de concluir su discurso, saca una destartalada armónica y comienzan a sonar los acordes de Sounds of Silence. Y me choca que una vieja gritona con pinta de drogata se ponga a tocar a Simon & Garfunkel.
Eso quiere decir que tiene gusto musical y me hace preguntar qué historia la habrá llevado hasta ese instante en el metro, a ese grito descarriado.